ISABELLA RODRÍGUEZ
—¿Mami? ¿Mamita? Despierta…
Escuché la dulce voz de mi patito y por un momento me imaginé que estaba en casa, aún en la cama, incluso si extendía mi mano, podría sentir el tibio cuerpo de Gabriel durmiendo a mi lado, pero entonces me di cuenta de que no podía mover las manos y que en vez de cama, estaba sobre el suelo, entre basura y vidrios rotos.
Abrí los ojos y, para mi sorpresa, me encontré con mi patito y Paula, que me veían preocupados. Con muy poca delicadeza, mi sobrina me arrancó la cinta de la boca, me había depilado medio rostro. La piel me palpitaba y sentía algo de adhesivo en mis labios.
—¿Cómo se liberaron? &mda