ISABELLA RODRÍGUEZ
Si Esteban había capturado a los niños, los tendría en esa bodega. No tenía otro lugar a donde ir, además… cuando lo pierdes todo, no hay otro lugar al cual acudir que en donde quedaron los restos de tu vida. La sensación de que Esteban y yo compartíamos algo en especial me revolvía el estómago.
—¿Isabella?
Escuché la voz de Gabriel del otro lado de la línea, regresándome a la realidad. —¡Tenemos que ir a…! —comencé a explicarme, pero me interrumpió.
—Isabella… Te amo, lo sabes, pero en este momento estoy demasiado ocupado y tenso.
—Gabriel, creo saber&hell