Capítulo 6. Puedes pagarme casándote conmigo.

Isabella se sintió desesperada, tenía miedo de lo que le pasaría, de las cosas a los que los hombres que no dejaban de ofertar pudieran obligarla, estaba completamente aterrorizada, bajo un torbellino de emociones dolorosas y sin poderlo soportar más, justo en el momento en que la puerta se abrió de una patada, un hombre entró luciendo furioso con algunos guardaespaldas siguiéndolo, las piernas de ella fallaron y sus ojos se cerraron, cayendo al suelo desmayada.

— Diez millones de dólares. — Gritó Meyers con sus ojos echando fuego y todos lo miraron totalmente desconcertados, como si estuviera totalmente loco, incluso Alicia no lo podía creer.

Pero a él no le importaba nada más que Isabella, que estaba entre los brazos de otra de las chicas que estaban en venta, intentando socorrerla, pero aún en estás circunstancias los hombres a su alrededor no dejaban de mirarla con deseo y eso lo tenía mucho más furioso.

— ¿Está seguro? — Preguntó Alicia incrédula, no tenía idea de quién era Meyers, porque como ella estaba encargada solo de las subastas y está era la primera vez que él aparecía en este salón no lo había visto antes y no sabía lo importante que él era y está era una suma demasiado grande como para pagarla por acostarse con una chica.

— Si. — Afirmó Meyers mirándola con los ojos entrecerrados. — Mi asistente le hará el cheque de inmediato. — Ordenó quitándose su chaqueta y se subió al escenario para tomar a Isabella entre sus brazos y tapándola para sacarla del lugar.

No quería que estos hombres siguieran viendo su precioso cuerpo.

Los hombres a su alrededor no estaban nada contentos de perder contra Meyers y que esta belleza les fuera arrebatada, pero no podían pagar más de diez millones de dólares por estar con una chica, a pesar de que la deseaban mucho, solo podían quedar decepcionados.

— Señor por su generosa oferta, tendrá una suite privada de regalo, espere un momento y yo misma lo llevaré hasta ahí. — Dijo Alicia con una sonrisa aduladora, pero Meyers simplemente la ignoró y bajo del escenario con Isabella en sus brazos para sacarla del lugar.

Alicia iba a decir algo más, pero el asistente la detuvo, diciéndole que lo dejará irse y como este era quien estaba realizando el cuantioso cheque, ella no se preocupó.

Meyers la sostuvo un poco precupado y la llevó directamente a su suite. Aunque era fanático de la limpieza, él no se sentía disgustado con tener a Isabella en sus brazos y no le molestaría llevarla a su suite, porque aunque ella no tenía el mismo aroma que su difunta esposa, el de ella también le parecía muy agradable.

Cuando dejó a Isabella en la cama, la cubrió con una sábana y la miró frunciendo el ceño, pensando en si debería llamar a un doctor cuando ella abrió los ojos aturdida.

Miró a su alrededor y se estremeció al darse cuenta que estaba en una habitación, entonces se sentó y puso sus rodillas frente a ella, cubriendo el resto de su cuerpo a modo de protección, mientras comenzaba a temblar.

— Se que pagó mucho dinero, pero le juro que yo no vine para hacer esto, yo no quiero acostarme con nadie, puedo buscar la manera de pagarle, pero por favor no me obligue. — Suplicó Isabella aterrorizada, no sabía cuánto dinero él había pagado por ella, pero imaginaba que debía ser mucho, porque antes de desmayarse, las ofertas eran realmente altas y parecía que no iban a detenerse pronto.

— ¿Y como pretendes pagarme? — Preguntó Meyers, arqueando una ceja, le parecía un poco irrazonable lo que Isabella le estaba diciendo, porque si ella estaba en una situación así, es porque no debería tener dinero, era imposible que pudiera devolverle diez millones de dólares.

— No sé, puedo trabajar para usted y le aseguro que voy a encontrar la manera de pagar por mis deudas, trabajaré muy duro. — Dijo Isabella apretando las sábanas en sus manos con una mirada totalmente decidida.

Meyers al verla así, se sintió un poco extraño, dándose cuenta de que a pesar del parecido con su difunta esposa, Isabella tenía una personalidad totalmente diferente, su esposa era dulce y despreocupada, aunque también a veces un poco dominante, en cambio Isabella era testaruda y decidida, pero también muy inocente.

— ¿Qué edad tienes? — Cuestionó él mirándola, aunque ella se veía muy joven, muchas veces las apariencias engañaban y esperaba que este fuera el caso, para poder llevar a cabo la idea que estaba pasando por su cabeza.

— Veinticuatro. — Respondió Isabella, ya que está era la edad que había puesto en el formulario que lleno, tenía que seguir con su mentira hasta el final y si quería que él la aceptará para pagar sus deudas con trabajo, tenía que ser un poco mayor, porque nadie querría a una chica demasiado joven haciendo trabajos importantes.

— Perfecto, entonces puedes pagarme casándote conmigo. — Espetó e Isabella lo miró con los ojos abiertos de par en par como si hubiese escuchado una completa locura. — No tendrías que tener intimidad conmigo, puedes mantener que estamos casados en secreto y será por medio de un contrato con una duración de seis meses. — Explicó François, esperando que con esto ella pudiera aceptar, necesitaba una buena excusa para poder estar cerca de ella, le gustaba y quería ver si su adolorido corazón podría aliviarse con su presencia y al mismo tiempo conseguir que antes de que terminara el contrato Isabella se enamorara de él y que quisiera quedarse a su lado por siempre.

Isabella lo miró totalmente aturdida.

— Usted debe tener muchas mujeres queriendo que se case con ellas, ¿Por qué quiere que lo haga yo? ¿Cuál es el fin de esto? — Preguntó Isabella confundida, no entendía porque él pudiendo tener a cualquier mujer sin tener pagar nada, la elegía a ella, esto era algo que no tenía mucho sentido para ella.

— Esas mujeres es probable que después no quieran divorciarse o querrán llevarse gran parte de mi fortuna y no estoy dispuesto, en cuanto al fin de esto, solo necesitas saber que necesito una esposa para obtener algo que me dará un gran beneficio, esto es realmente importante para mí, así que si me ayudas ya no me deberás nada. — Mintió, sabía que no podía revelarle sus verdaderos pensamientos y como ella necesitaba una razón para esto, él se la daría.

— Puede hacer un prenupcial y no le quitarán nada. — Murmuró Isabella sin dejar de fruncir el ceño, para ella esto seguía sin tener ningún sentido.

— Eres un poco inteligente, pero aún con un prenupcial pueden negarse a divorciarse y yo no quiero permanecer casado por demasiado tiempo, solo necesito estarlo por seis meses. — Explicó Meyers con una sonrisa imperceptible, le gustaba que ella fuera desconfiada.

— Pero, ¿De verdad me garantiza que no estaré obligada a tener relaciones sexuales con usted en ningún momento? — Preguntó ella, sabía que debía pagar su deuda con este hombre, pero no estaba dispuesta a entregar su cuerpo a cambio a pesar de que él era bastante atractivo.

— Por supuesto, yo nunca obligaría a una mujer a tener sexo conmigo, no necesito obligar a nadie, así que mientras tú no quieras no tendremos relaciones sexuales. — Respondió él y las mejillas de Isabella se ruborizaron un poco al estar hablando de este tema y entendía que él tenía razón, un hombre como él debería tener muchas mujeres hermosas dispuestas a acostarse con él.

— Ok, bueno también quisiera saber si podré hacer mis cosas libremente. — Musitó ella sin atreverse a mirarlo a los ojos.

— Si, puedes continuar con tu vida normalmente, siempre y cuando te comportes como una mujer casada, porque aunque de tu parte puedes mantener en secreto este matrimonio, algunos de mis familiares y amigos sabrán que estamos casados, entonces debes comportarte como tal para mantener mi reputación intacta, además tendrás que vivir conmigo. — Aclaró él e Isabella asintió pensativa.

Lo de tener que mudarse no le agradaba demasiado porque debía encargarse de Óscar, pero ahora también tenía que pagar esta deuda con este hombre y como él le había dicho que podría continuar con su vida normalmente, ell podría ver la forma de poder vivir con él y también estar al pendiente de Oscar.

— Entonces aceptó, pero primero tendré que leer bien el contrato antes de firmarlo. — Accedió Isabella, pensando en que si él obtendría un beneficio muy grande con solo estar casado, su deuda será saldada. — También debe establecerse en el contrato de que no tengo ninguna obligación de tener intimidad con usted.

— Por supuesto. — Aceptó Meyers, él nunca la obligaría, esperaba que eso ocurriese, pero que ella misma estuviera dispuesta a entregarle su cuerpo. — Descansa un momento, llamaré a mi abogado para que redacte el documento y lo traiga aquí, también pediré algo de ropa para ti.

Después de decir esto, él se apartó de ella para comenzar a marcar un número y después de indicarle a su abogado lo que debería decir en el contrato, colgó la llamada para volver a acercarse a Isabella.

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