CAPÍTULO 16 – Ataque

Al día siguiente, Jenna notó que David lucía extremadamente cansado. Sus ojos estaban inyectados en sangre y grandes y oscuras ojeras adornaban su rostro.

Aunque Jenna no se atrevió a preguntar nada, no pudo evitar sorprenderse al ver que él no salía de su despacho en todo el día, ni siquiera para cenar; y que a Madison parecía no preocuparle demasiado la ausencia de su esposo en la mesa, ocupada como siempre en sus propios asuntos.

Pensando en que esto no era nada normal, después de la cena, Jenna tomó una bandeja y preparó un plato de comida para David.

Con la bandeja en la mano, caminó hacia el despacho, en donde llamó a la puerta varias veces, sin recibir más respuesta que un leve quejido que la alertó.

Frunciendo el ceño, abrió la puerta y se adentró con cautela.

—¿Señor Whitmore? —llamó, con un tono de voz lleno de inquietud.

Sin embargo, lo que vio la hizo soltar un grito ahogado.

David se encontraba desplomado sobre su escritorio, consciente, pero con una mano agarrándose fuer
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