CAPÍTULO 74
La mandíbula de Alejandro se apretó mientras palpaba frenéticamente su traje de diseñador, con el ceño fruncido por la frustración. La elegante silueta de su teléfono inteligente no se encontraba por ningún lado y su ritmo cardíaco aumentó un poco. La sensación de pérdida se retorció en sus entrañas y el medio lo inundó.

—Mi teléfono no está. —reclamó a Cleo. Sara escuchaba desde la puerta. Ella tenía escondido el teléfono y no quería imaginar si…

—¿Dónde está? —él seguía reclamando. Hasta que fijo su mirada en la puerta en donde Sara se encontraba. Camino y se percató de que la puerta no estaba con seguro.

Se dejó llevar por lo bajo antes de que su mirada se fijara en Sara, que estaba sentada serenamente en la cama, acunando al bebé Bastián en sus brazos. Ella trataba de mantener la calma para que no la descubrieran.

—¡Sara! —Ladró Alejandro, caminando a zancadas por la habitación con determinación, cada paso resonando en los pisos de mármol. —¿Has tomado mi teléfono?

—¿Tu tel
Merfevi

Estamos ya en los capítulos finales.

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