Epilogo

Tres años después, Adaira se quedó a los pies de la pequeña cama y cuna que había en la habitación infantil del palacio, observando orgullosa a sus dos hijos, Jenson y Bruce.

Bruce había nacido muy pequeño y con el pelo oscuro, con sus ojos de recién nacidos de un marrón claro. El niño, Jenson, había avanzado demasiado con su enfermedad, podía hablar un poco más pero sin embargo no le gustaba que lo tocaran.

Para su madre, eran un milagro personal e incluso dos meses después del nacimiento de Bruce, no podía creer que eran sus hijos. Al fin y al cabo, después de resolver sus asuntos con Dean y la justicia, su embarazo se había complicado bastante, al punto de estar un mes y medio en el hospital. Había teni

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