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— ¿Qué crees que haces? –pregunto Bonnie, entrando a la habitación sin preguntar, enfadada. Si bien, todo el palacio estaba al tanto de la situación financiera de Adaira, en la cual solo ahora dependía de los recursos del reinado –. No puedes dejar todo e irte como si nada.

—Si puedo, nunca debí venir aquí, para comenzar. Segundo, ya debes saber que tengo un hijo y tú un sobrino. Tercero, estoy enjuiciada en Italia y una reina en esa situación no puede ser valorada reina. Creo que Megan lo hará mejor.

Adaira siguió empacando sus cosas, Bonnie con un suspiro de impotencia y enfado, camino hasta ella y agarro su muñeca.

— ¡Deja de comportarte de esa forma! Eres una gran

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