Daniel se desplomó pesadamente. Quedó sentado, justo allí donde estaba, a mitad de las escaleras, escondió la cara entre las manos y lloró desesperadamente.
Mike también llegó a su casa, encontró a Marcia ocupada con la pequeña. Esta no se sorprendió de que llegara tan repentinamente y antes de que su marido lograra hablar se disculpó:
-Lo siento Mike, siento habértelo ocultado
-¿Dónde está?
-A esta hora supongo que, a punto de coger el bus de San Antonio, compró billete para el bus de la tarde. De allí piensa regresar a su país.
Sin perder tiempo en reclamos ni discusiones llamó a Daniel.
-¡Mierda Daniel, cógelo, maldita sea! – se quejó mientras el aparato intentaba coger tono – ¿Y luego?
-De ahí quería ir a Laredo…
-¿Y…?
-Pues en Laredo iba a cruzar la frontera, una vez en su país me dijo que ya decidiría….
-¡Por Dios Marcia, debiste decirme!, Joder Dani, coge el maldito teléfono….
-Prometió que nos llamaría al llegar a México…- se defendió Marcia. En ese momento entró la llamada