Cenaron con Lucile. Ella le preguntó a su hija, delante de Jeremy, si era posible que se quedara embarazada pronto. Jennifer, bastante sonrojada, explicó que no.
— ¿Por qué no? ¿vas a esperar mucho? —miró a su marido, que la miraba muy interesado en su respuesta.
—Mamá… sólo tengo veinticuatro años.
— ¿Y qué? Yo te parí a ti a los veinte.
—Pero ahora es diferente. Quiero esperar, quiero tener aunque sea un par de años más…
—Ella, lo que quiere, es vivir primero la vida loca —sonrió Jeremy.
— ¡Pero ya está casada!
—Lucile, ella aún puede vivir la vida loca conmigo—. Lucile se echó a reír—. No te preocupes, no dejaré que consuma drogas—. Jennifer le pegó en el hombro, y él sólo sonreía—. El teléfono de Jeremy timbró, y lo buscó para ver quién era—. Hammonds —dijo, extrañado, pero la llamada se cortó y no tuvo tiempo de contestarle.
— ¿Pasará algo urgente?
—En cuanto termine de cenar, le devolveré la llamada —aseguró Jeremy.
Cuando se levantaron de la mesa, Jeremy marcó al número de Hamm