Alessandro
Mientras Lucas y yo nos subimos al auto, siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo. Algo no está bien con él, pero no puedo permitirme confiar en este instante. Tengo que jugar con astucia si quiero sacar la verdad.
—Solo voy a hablar contigo —dice Lucas mientras cierra la puerta—. No quiero a nadie más presente y eso incluye a tu amigo, el imbécil.
La rabia burbujea dentro de mí al escuchar su tono despectivo hacia Matteo, pero respiro hondo. Conozco a mi primo, si lo presiono demasiado, terminará por no decirme nada. Tengo que ir con cuidado.
Entonces, hago un pequeño gesto de asentimiento y arranco el auto, dirigiéndome a un terreno alejado donde solo estaremos nosotros dos.
Por mucho que me cueste admitirlo, sé que no puedo dejar que esta conversación suceda sin alguien más escuchando. Aprovechando un momento en el que Lucas no está prestando atención, saco mi teléfono y le envío un mensaje a Matteo en el que solo pongo “No vayas a hablar” y entonces marco el número