Gabriel llegó a esa mañana, en compañía de Kathy, al club de pesca porque habían quedado en charlar sobre una propuesta de negocio que la joven traía. Ella quería trabajar con él por un tiempo mientras que organizaba las prácticas de su maestría y pensaban que él le podía brindar el espacio y el lugar para poder ejercer lo que estaba aprendiendo sobre mercadotecnia, además de un motivo secreto y personal.
Leonardo, al pasar por su lado y reconocerlo de inmediato, le saludó.
—Señor Cooper, buenos días. ¿Cómo ha estado? — dijo el joven sin darle mucho interés a la persona que lo acompaña en ese momento en su mesa.
Gabriel lo miró con cierta desconfianza. Sabe de antemano que ese hombre es un mujeriego y que está detrás de la mujer que él quiere, Karen. El hombre educadamente se levantó y estrechó las manos.
—Buenos días, muy bien, muchas gracias. ¿Vino a pescar?, señor Clavijo — preguntó.
Leonardo solo sonrió con cierta picardía que no pasó desapercibida para el Ceo.
—Viene con una chi