El amanecer en Stormwood trae consigo una calma que Lía no había sentido en mucho tiempo. El aire fresco acaricia su rostro mientras observa desde la ventana cómo la manada comienza a moverse por el claro. Algunos entrenan, otros se preparan para las tareas del día, pero todo parece más armonioso.
Einar está junto a la cuna, inclinándose sobre su hijo con una ternura que contrasta con la imagen del alfa fuerte y decidido que todos conocen. Es un lado de él que pocos han visto, y que Lía comienza a entender como parte esencial de quien es.
—Nunca pensé que esto sería mi vida —dice ella, rompiendo el silencio.
Einar levanta la mirada, sonriendo suavemente.
—¿Es algo bueno o malo? —pregunta mientras se endereza y se acerca a ella.
—Es diferente —admite Lía—. Pero creo que, por primera vez, siento que pertenezco a algún lugar.
Einar asiente, comprendiendo la profundidad de sus palabras.
—Y siempre tendrás un lugar aquí.
Construyendo lazos
A lo largo del día, Einar y Lía trabajan juntos en