Isabella y Liana, la cocinera, estaban preparando el desayuno cuando Hannah entró en la cocina. Ambas conversaban entre risas mientras cortaban frutas y Liana revolvían algo en la estufa.
A Hannah le gustaba la sencillez de los padres de Teo. A pesar de tener varias personas encargándose de casi todo en la casa, ellos parecían disfrutar realizando tareas cotidianas. A ella le encantaba unirse a esos momentos, porque la hacían sentir parte de la familia. Y mientras más se sentía así, más crecía en su interior la idea de que debía ser sincera con ellos sobre cómo había empezado su matrimonio con Teo.
Antes no parecía importante porque ambos planeaban divorciarse en dos años, pero eso había cambiado.
Nunca se sabía cuándo ese secreto podía salir a la luz, y prefería ser ella quien lo contara. No quería que se sintieran engañados.
Llevaba días pensándolo, aunque aún no se lo había comentado a Teo, y aquella era una decisión que ambos debían tomar juntos. Quizás había llegado la hora de