Lionetta Benedetti, la esposa del hermano de Teo, era aún más impresionante en persona. Su cabello, negro como la noche, contrastaba con su piel clara, y estaba tan en buena forma que nadie habría imaginado que había tenido dos hijos al mismo tiempo. Pero lo que realmente la hacía destacar era la sonrisa sincera que iluminaba su rostro.
—Es un gusto conocerte al fin en persona —dijo ella, envolviendo a Hannah en un abrazo fuerte—. Me he divertido mucho hablando contigo por teléfono, pero moría por verte.
—Yo igual —Hannah, sonrió.
Lionetta la soltó, y Hannah giró la vista hacia Angelo. Tenía algunos rasgos en común con Teo, pero sus facciones eran más duras, en contraste con el atractivo casi angelical de su hermano. Eso no significaba que no fuera guapo, porque lo era.
—Cara mia, mi hermano Angelo —dijo Teo.
Hannah esbozó una sonrisa y le tendió la mano. Aunque habían hablado un par de veces por teléfono, no sabía muy bien cómo sentirse frente a él.
—Es un gusto.
Antes de que pudie