La línea se quedó muda unos segundos, hasta que la voz de Avery regresó, cargada de incredulidad.
—¡¿Cómo puedes no recordar tu propia boda?! Debes estar de broma.
—Eso quisiera —murmuró Hannah, frotándose la sien—. Lo siguiente que recuerdo es despertar junto a él en una habitación de hotel. —Ni siquiera estaba segura de si habían tenido sexo. O bien estaba demasiado ebria para recordarlo, o Teo era alguien completamente olvidable—. Y tampoco llevaba un anillo entonces, así que ni siquiera se me cruzó por la cabeza.
—¿Y por qué demonios me estoy enterando recién ahora?
—Porque ambos juramos no volver a hablar de lo sucedido.
Hubo un silencio pesado en la línea, hasta que Avery explotó:
—Bueno, es un hecho que ahora tendrán que hacerlo. Esto apenas empieza. ¿Tienes idea de los problemas que esto puede traerte? ¿En qué demonios estabas pensando?
No había estado pensando, eso era un hecho. No con todo el alcohol corriendo por sus venas. ¿Qué diablos le había hecho creer que era buena idea emborracharse junto a Teo? Era evidente que aquello solo podía terminar en problemas. Ese hombre era un problema con piernas, lo había sabido desde la primera vez que lo vio: sonrisa peligrosa y señales de advertencia en neón brillante que ella, en un arrebato de estupidez momentánea, decidió ignorar… solo una vez.
El vértigo la golpeó de lleno. Hannah se llevó una mano al estómago, como si pudiera calmar el nudo que se formaba allí. La náusea la envolvió. Por mucho que intentara bromear o restarle importancia, lo sabía: si lo de su boda era cierto, estaba metida hasta el cuello en jodidos problemas… Y justo cuando parecía que, por fin, las cosas iban a mejorar.
—Madison quiere reunirse contigo. Ella quería ser quien te llamara, pero la convencí de dejarme hacer el trabajo. Nos vemos en la agencia en dos horas. Prepárate para enfrentarte a Logan.
Haven casi sintió un escalofrío al escuchar aquel nombre. Logan era el jefe de Madison, su representante, y dueño de una de las agencias de entretenimiento más poderosas de todo Hollywood.
—Está bien. —La voz le salió más débil de lo que pretendía.
Cuando colgó, dejó caer el teléfono sobre la cama y se quedó mirando el techo, sintiéndose atrapada en la peor pesadilla de su vida, una de la que no creía que pudiera despertar nunca. Ni siquiera tenía claro si aquella noche había terminado con un “sí, acepto”.
Se levantó de la cama y se arrastró hasta la sala.
—Enciende la televisión —le ordenó al asistente virtual de la casa.
Al parecer, estaba de especial humor para ver cómo la destrozaban en vivo, porque no había otra explicación para poner la sección de espectáculos. Aun así, la curiosidad podía más.
Apenas sintonizó uno de los programas más vistos de la farándula, su cara y la de Teo, enmarcados por un enorme corazón rosa, ya ocupaban la pantalla gigante, detrás de las presentadoras.
Hannah rodó los ojos.
—Los corazones de muchas mujeres se rompieron hoy al descubrir que nuestro galán favorito se casó recientemente —comentó una de las presentadoras.
—Y nada menos que con Hannah Brooks —continuó su coanfitriona—. ¿Podría ser una estrategia para relanzar su carrera? Porque es cierto que lleva tiempo alejada de las cámaras.
—Además —añadió la primera con una sonrisa venenosa—, esta no parece precisamente la foto de un hombre recién casado, ¿no?
La pantalla mostró a Teo en la inauguración de algún club, con el brazo alrededor de una mujer. Hannah tardó un segundo en reconocerla. Se trataba de una modelo de moda… Sarah, o Savannah, o algo por el estilo.
—Aún no tenemos imágenes de la supuesta boda, pero las compartiremos con ustedes en cuanto lleguen a nuestra redacción.
—Apaga la tele —ordenó. La pantalla se quedó en negro.
Se dejó caer en el sofá con un bufido que salió más desgastado que furioso.
—Debí haber matado a alguien en otra vida —murmuró—, porque si no, no entiendo qué hice para merecer esto. Una vez, una sola vez me acerco al enemigo... y acabo casándome con el engreído más insufrible de Hollywood.
Aunque aún quedaba la esperanza de que todo fuera una mentira. Tal vez descubriría que no existía ningún acta de matrimonio y todo volvería a la normalidad. Sí, tenía que ser así.
Se puso de pie de golpe, un poco más animada, y fue directo a vestirse. Media hora después salía de su departamento con el cabello recogido a medias, unas gafas de sol enormes y el paso apresurado de quien huye de un incendio, los tacones no le restaron velocidad.
Los buitres de los paparazzi se abalanzaron sobre su auto apenas cruzó las rejas de su casa. Lanzaron cientos de preguntas a gritos, preguntas que se le antojaron dignas de ser respondidas con insultos, pero mantuvo las ventanas arriba y continuó conduciendo hasta que logró esquivarlos lo suficiente para acelerar.
El escenario no era muy distinto frente a las puertas de su agencia, y le tomó un buen rato llegar al estacionamiento, lejos de las cámaras. Avery ya la esperaba allí cuando bajó de su auto.
—Madison y Logan te esperan en la sala de juntas.
Hannah asintió.
El viaje en ascensor fue tan rápido que apenas tuvo tiempo de prepararse mentalmente para dar explicaciones, aunque, sinceramente, ni diez viajes hubieran bastado para eso.
En cuanto entró en la sala, dos pares de ojos se posaron en ella. Madison le regaló una sonrisa suave, de esas que parecen ensayadas frente al espejo durante horas; Logan, en cambio, le clavó una mirada tan severa que casi podía jurar que si fuera un rayo láser, la habría reducido a cenizas apenas puso un pie dentro.
Podía temerle, y sabía que su trabajo dependía en gran parte de él, pero que la asparan si iba a dejarse ver intimidada. Así que esbozó una sonrisa encantadora, la misma que usaba para las cámaras.
—Buenos días —saludó, y se dirigió directamente a uno de los asientos libres. Se sentó y cruzó las piernas con calma estudiada.
Logan deslizó una carpeta sobre la mesa.
—¿Qué es esto? —preguntó Hannah, observando la carpeta como si fuera una bomba a punto de estallar. Una desagradable corazonada ya le oprimía el pecho, y no era precisamente de las que quisiera confirmar.
—Tu acta de matrimonio —respondió él con frialdad—. Una copia de la original.