—¿Sorprendente no? — se me sale esto con una pizca de amargura.
—Después de la manera en la que me comporté en tu boda, sí lo es… No he podido disculparme propiamente contigo. Pero es que, fue un gran shock para mí ver a América en esa fiesta. Conocer que Luciano lo sabía de antemano, el paradero de