Era mi momento. Había llegado.
—¿Los hábitos de Andrew no han cambiado? No me digas eso — me lamento con la mayor de las compasiones.
—¿A qué te refieres con hábitos? — indaga alarmada.
—Bueno… su adicción a… otras mujeres — confieso lastimada — Recuerdo que… en su sala de juegos también encontré