Recopilo fuerzas para contenerme, pero no lo hago de la manera que quiero. No hay forma en la que Luciano me pueda acompañar a ver ese departamento. No la hay.
—¡No me puedes acompañar a ver ese departamento! — la voz me sale más alta y chillona de lo que quisiera.
—¿Por qué no? Yo te enseñé el mí