Amelia sintió que se le estrujaba el corazón al oír las palabras de Alexander. Una mezcla de tristeza y conmoción la inundó de lágrimas. Se llevó las manos al vientre, como buscando la confirmación de aquella pérdida irreparable.
Benjamin se acercó y le puso suavemente una mano en el hombro en un gesto de consuelo. El dolor y el vacío parecían consumir a Amelia mientras intentaba asimilar la noticia.
- Lo siento mucho, Amelia. Ojalá pudiera hacer algo para cambiar esto, para evitar este dolor que sientes. Era nuestro bebé. - dijo Alexander con la voz entrecortada y le cogió la mano.
Amelia lo miró, con la mirada llena de tristeza e interrogantes. Sentía como si el mundo se hubiera derrumbado a su alrededor. La esperanza y la alegría que habían llenado sus días durante los últimos meses habían sido arrancadas cruel y bruscamente. Y lo que era peor, justo cuando pensaba que Barth ya no podía hacerle más daño, le arrancó lo único que quería, lo único puro que le había dado, ese bebé.