Capítulo 11. El respeto se gana

Llegaron a la mansión Beltrán, al bajar, Perla, casi se le cayó la mandíbula por la belleza de la casa.

    

—Hermosa casa, cabrona—dijo Perla retirándose los lentes y soltando un largo silbido.

    

—Es la casa de mis padres, no es mía. —dijo Carolina cuando avanzó a la puerta principal de la casa.

    

—Pero familia es familia. —murmuró Perla detrás de ella.

    

Después de un largo recorrido por la propiedad, terminaron sentadas en la isla gigante de la cocina, Perla dio un largo sorbo a su cerveza, cuando dio otro, vio como el padre de Carolina entró a la cocina.

    

—Bienvenida, señorita…Acosta. —Carolina entrecerró sus ojos, dando señal de advertencia.

    

Ella se puso nerviosa, el señor que estaba caminando hacia a ella, se acercó y extendió su mano en saludo, Perla se p
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