Capítulo XI
Una venganza gélida
Tras la boda de Benjamín con Betsy, y su regreso de la luna de miel, que más había sido de hiel que otra cosa, Betsy se dedicó a buscar quedarse embarazada, cuestión en la que Benjamín Greene puso también todo su empeño. Un heredero varón era el primero de sus objetivos. Pero la mala suerte marcó sus destinos y tuvieron una preciosa niña a los tres años de casados. ¿O no fue el primer hijo de Betsy?
Ella se sentía descuidada y apartada de todo lo que no fuera la imagen que debía dar de esposa sumisa en las fiestas. No le faltaban las joyas ostentosas ni los vestidos de alta costura, ni dinero en abundancia para pagar sueldos de numerosos criados y doncellas y provisiones exquisitas para sus fiestas. En resumen era la esposa perfecta, salvo en cumplir con sus obligación de procurarle un heredero varón. Pero Benjamín no podía dedicarse a sentimentalismos ni tan siquiera a su hija a la que consideraba poco menos que inexistente. Sus colegas de pro