Caleb.
Pude sentir el latido del corazón de Laia asustado y preso de un miedo increíble. Sabía que estaba en peligro, tuve un mal presentimiento así que salí de mi habitación para ir a la suya.
Algo andaba mal, porque el pasillo estaba bastante silencioso, hasta que el vidrio de una ventana crujió, preocupándome más de lo que estaba.
—Laia... —murmuré, empezando a correr.
Estaba listo para lo que fuera. Llegué y encontré las cortinas rasgadas y el vidrio de la ventana hecho trizas, sin nadie adentro. Caminé hacia esa dirección y coloqué ambas manos sobre el umbral de la ventana.
Lo que vi a continuación me dejó en shock. Ella se había caído con Leo, y eso solo confirmó mis sospechas de que él estaba ocultando algo. A parte, un fuerte olor maligno impregnó mi nariz.
No dudé en saltar cuando vi que Leo estaba hablándole a Laia, mientras ella se dejó caer de rodillas al suelo, devastada porque otro hombre le había roto el corazón.
—Sabía que estabas ocultando algo, pero no pensé que inte