A la mañana siguiente me levanto un poco cansada, no pude pegar un ojo en toda la noche y eso se debe a tanto pensar sobre quién fue el remitente de dicho mensaje. Hubo un momento en el que me sentí tentada a llamar, así lo hice, pero el número salía como si no existiera Igual sucedió al momento de escribir un mensaje, en vista de que no tenía manera de comunicarme con quien fuera el remitente fue totalmente imposible.
Cuando quise cerrar los ojos el sonido de la alarma me lo impidió. Ahora me encuentro parada frente al espejo terminando de peinarme para comenzar un nuevo día. Después de compartir un delicioso desayuno con mis padres ayudo a lavar los platos y me voy directo a la panadería para comenzara trabajar.
—¿Cómo siguen tus padres? —pregunta mi amiga mientras le indica a uno de los chicos el pedido que debe entregar.