Luna soltó una leve risita:
—Jaja, solo es una broma.
En realidad, para Devin y Adam, eso resultó ser toda una gran sorpresa que Luna de repente bromeara con ellos…
Sin embargo, al instante, la sonrisa de Luna se congeló de repente cuando vio a una pareja que apareció desde la esquina.
Devin y Adam también se quedaron perplejos, y las cuatro personas se encontraron con Luna al mismo tiempo.
Adam fue el primero en reaccionar y los saludó muy atento:
—¡Señor Martínez, señora Rodríguez…!
María, vestida con un traje rojo largo y una chaqueta negra, con los labios pintados de rojo, sonrió con confianza y le dijo a Luna:
—¿Luna? ¿Por qué no me avisaste que también vendrías aquí? Si lo hubiéramos sabido, Andrés y yo habríamos ido a recogerte. ¡Andrés! ¿Por qué no la llevaste a la fiesta contigo?
Luna refunfuñó sin decir comentar nada más, sin mostrar demasiadas emociones en su rostro, ignorándolos por completo mientras se dirigía a la puerta del salón privado y entraba.
Qué gente tan detest