A Adam le sorprendió que Luna pudiera volver al estudio.
Los empleados miraron a la persona que acababa de irrumpir en la sala y quedaron asombrados al instante por su apariencia. Sencillamente, algunas personas nacen con una belleza natural que emana un aura única. Era imposible no mantener la mirada fija en la piel blanca y delicada de la impresionante belleza de Luna.
Cuando Adam y Devin salieron de la sala de reuniones, la vieron en la puerta. En ese preciso momento, el recepcionista se acercó, pero Adam levantó la mano para detenerla.
—Tranquilo, la conozco.
Luna fue invitada de inmediato a entrar dentro de la sala, donde Devin le sirvió muy atento una taza de café caliente.
—¡Pensaba que no volverías! —Dijo.
Adam se sentó muy cómodo en el sofá junto a Luna, manteniendo una distancia prudente. Ella miró a su alrededor observando detenidamente el entorno.
—Soy estudiante del maestro, ¿cómo no iba a volver sabiendo que estaban todos aquí? Por cierto, ¿y el profesor? ¿Dónde está?
Ada