Ella estaba muy concentrada, pintando la Nadia en su memoria de hacía cuatro años…
—Señorita, descanse un poco. Coma un poco la sopa. Ya se está enfriando.
Luna, sin levantar siquiera la mirada, le respondió:
—Déjala ahí por ahora.
Emma, al ver lo absorta que estaba, no la molestó más y cerró cuidadosamente la puerta, dejándole su espacio privado.
Pasaron algunas horas más, los sirvientes le habían preparado los alimentos, y cuando Emma fue a llamarla, ella la rechazó sin decir nada más. Al ver la sopa que no había tocado, Emma negó ligeramente con la cabeza y la retiró en absoluto silencio.
***
A las seis y media, Andrés llegó a casa, más temprano de lo habitual. Los faros delanteros del auto lujoso iluminaron por completo la ventana, mientras las llantas crujían al detenerse. Andrés se bajó del vehículo cargando al niño, visiblemente agotado, con una mancha húmeda en su camisa a rayas. Al entrar al vestíbulo, los sirvientes se preparaban muy diligente para recalentar los platillos qu