El pequeñito descansaba apaciblemente en los brazos de Luna, y cuando un estruendoso trueno resonaba afuera, ella le cubría los oídos con ternura, para que el niño no se despertara...
Andrés se acercó a la cama, tomó el vaso de agua que había sido consumido, pero Luna lo detuvo por un momento. —Tiene medicamento que el niño acaba de tomar —le dijo ella.
Andrés se detuvo y acercó el vaso a su nariz, frunciendo el ceño, antes de dejarlo de vuelta en su lugar.
—No le des tanto medicamento al niño, tienen efectos secundarios y esto no le hace bien.
—Habla más despacio, acaba de quedarse dormidito.
Esa noche, Luna finalmente podría descansar tranquila, con Andrés acostado a su lado sin molestarla.
En mitad de la noche, Luna se despertó muy sobresaltada por el sonido del teléfono.
Andrés contestó la llamada y salió de inmediato de la habitación. Luna no pudo escuchar de qué se trataba. La conversación terminó rápidamente y ella volvió de nuevo a quedarse dormida.
A la mañana siguiente, el d