—No todos tus deseos se cumplirán, ¡incluso si te has convertido en una persona adinerada y muy poderosa! Si deseas tener una amante, seguramente hay otras muchachas también jóvenes y hermosas dispuestas a serlo. No juegues conmigo, ¡porque no puedo asumir las consecuencias! ¡Tampoco permitiré ser tu juguete! Te casarás con Frida y les brindo mis mejores y sinceros deseos. Espero que puedan tener una vida muy feliz y unos hijos adorables.
Después de pronunciar estas crudas palabras, Luna corrió directo hacia su habitación. Al entrar, cerró la puerta de un solo golpe y la aseguró. Incapaz de soportar el fuerte dolor de cabeza, se apresuró a tomar unas pastillas que había dejado en la mesita de noche. Cayó al suelo y se agarró fuertemente del cabello, soportando el intenso dolor.
En el balcón, después de que Frida lo llamó más de diez veces, Andrés finalmente contestó la llamada:
—Dime.
Frida habló con suavidad:
—Mamá ha reservado una sesión de fotos de boda en exteriores con el fotógraf