En la empresa Riviera
Álvaro entró en la oficina del presidente y vio a alguien hablando por teléfono. Se quedó en completo silencio a un lado.
El hombre emanaba una presencia fría, con sus ojos estrechos y fríos. Álvaro podía escuchar claramente la voz de Isabel al otro lado del teléfono, llorando y asustada mientras se quejaba. Andrés respondió con frialdad:
—No necesitas saber cosas que no deberías saber.
—Hermano, estás cambiando mucho. Cada vez me asustas más.
El teléfono se colgó. Andrés guardó su teléfono y se dio la vuelta.
—¿Qué pasa?
Álvaro informó:
—La familia Sánchez ha comenzado a investigar. ¿Deberíamos hacer algo al respecto?
Andrés se acercó a su escritorio y se sentó pensativo, apoyándose en el respaldo de la silla. Bajó la cabeza y reflexionó en silencio.
—No te preocupes.
Álvaro respondió:
—Si Gabriel descubre algo, estarás en peligro.
Andrés levantó ligeramente las comisuras de los labios y sus ojos brillaron con un brillo intrigante.
—Temo... que él no encuentre na