Gabriel no dudó en colgar el teléfono, bloqueo el número y dijo con voz fría:
—No hace falta prestar atención a nada relacionado con ella en el futuro.
—Como usted mande.
Esa era la decisión correcta; la señorita Luna era, después de todo, mucho mejor que esa Alessia.
Alessia hizo innumerables llamadas y, una vez más, confirmó que Gabriel la había bloqueado.
A pesar de ello, ella aún persistía en creer que, en caso de problemas, Gabriel vendría a ayudarla.
Alessia, como si se le hubiese ocurrido una nueva idea, llamó a una enfermera y le entregó un teléfono.
—Haz lo que te digo.
La enfermera, mirándola desconcertada, marcó un número y en menos de medio minuto fue desconectada.
—El... el número no existe.
—¡No puede ser! —Alessia no puede creerlo, llamó otra vez. Lo que escuchó por el auricular fue una y otra vez una voz sin sentimiento que decía: ... el número que ha marcado no existe, por favor verifique antes de marcar.
—Maldición. —Alessia maldijo, luego rápidamente marcó otro númer