Luna tomó dos analgésicos y finalmente se durmió.
Pero de pronto, a las tres de la madrugada, Luna comenzó a sudar profusamente, y tenía dificultad para respirar.
En la cama, Luna hizo un gemido de incomodidad. Andrés dejó su portátil y le tocó la frente y las mejillas.
—La temperatura le ha bajado bastante. parece que ya no tiene fiebre.
En ese momento, doña Liora llevaba agua y entró en la habitación.
—Señor Martínez, déjame cuidarla. Mañana tienes que ir a trabajar, no te canses demasiado.
Andrés salió. Él sabía que, aunque no había una relación romántica entre él y Luna, ella era como una hermana para él. La trataba muy bien.¿Ella ha tomado los analgésicos?
Doña Liora respondió:
—Sí, los tomó juiciosa a las diez en punto.
—No puede tomar demasiados medicamentos —Andrés exprimió la toalla en el baño y limpió el sudor frío de su rostro— Doña Liora, ve a descansar. Mañana tengo medio día libre.
Doña Liora miró a Luna dormida en la cama, y luego a Andrés.
—Bueno... está bien...
—No...