Luna siempre había sido arrogante y presumida, siempre mirando por encima del hombro a los demás. Lo que estaba ocurriendo entonces, Andrés lo había previsto hace mucho tiempo.
Miguel había terminado de ofrecer una oración y se giró.
—¿Cómo fue que resultó herida Luna? ¿Ya se investigó todo?
Apenas se aterrizó, Miguel volvió corriendo, sin siquiera cambiar de ropa.
Era un tipo rellenito, algo patoso a simple vista, con un rosario en la muñeca. Su mirada era intensa y emanaba una especie de fuerza.
Miguel en su juventud había estado involucrado en muchas travesuras. Aunque no tenía un aspecto intimidante, pero aun así todos temían a su mano firme.
Quizás debido a demasiados actos violentos en el pasado, y para aliviar un poco la carga de sus pecados, Miguel había puesto una estatua de la Virgen del Rosario en su estudio y cada año donado mucho dinero a las confraternidades de monjas.
—Está todo claro. Sin embargo, la familia Sánchez también está investigando este asunto. Además... justo