Todos se levantan de la mesa, entrando en la limusina que ya está esperando fuera de la casa. Tan pronto como entran, la limusina se dirige a la floristería. Liz mira por la ventana la vista de Los Ángeles, pues la ciudad le parece muy bonita y atractiva, llamando mucho su atención. Mientras Frida sigue pasando algunos detalles de la boda a Luiza, Jack apoya la cabeza en el acolchado del coche, echándose una siesta. En poco tiempo, la limusina se detiene frente a la floristería, que está abriendo sus puertas, y Frida llega puntualmente, saludando al dueño, que se acerca a ella con una sonrisa en el rostro.
—Hola, ¿todo bien contigo? Esta es mi nuera, la novia en cuestión, y hemos venido con su hermana, que está en lugar de su madre, para elegir las flores para la boda. Por lo que hablé con Luiza, quiere flores muy perfumadas, que desprendan un aroma en todo el ambiente, dejando un lugar muy atractivo para los invitados. También no queremos nada muy colorido, pues a la novia no le gust