Las coronas y flores en la sala de velación rodeaban el féretro, el reloj marcaba las tres y media de la tarde. Se preparaban para salir al cementerio y despedir a Candelaria. Ani se encontraba de pie mirando al vacío mientras las notas del himno sonaban en el piano.
A su abuela le había encantado durante su vida aquella canción, el hablar de una mansión más allá del sol era una hermosa esperanza.
Las palabras del reverendo alentaban a los presentes, Candelaria había partido, pero estaría en el pensamiento, en los corazones, y atesorada como cada recuerdo.
Lindas palabras que llegaron a tocar cada uno de los presentes.
Las lágrimas se hicieron presentes en los rostros sombríos.
Salían con rumbo al cementerio.
Ani tenía tres rosas azules atadas a una cinta blanca que dejaría sobre el féretro de su abuela.
En aquel instante sus ojos se centraron en su padre, su rostro era totalmente inexpresivo, la tristeza se veía a leguas.
Al llegar al lugar, el salmo 23, fue escuchado por los present