Solo Ricardo quedó, aún en el mismo lugar.
—Ricardo, ¿qué haces aún aquí? Vuelve —dijo Rómulo con indiferencia.
Ricardo no dijo nada, echó un vistazo alrededor y luego fijó su mirada en Pedro:
—Pedro, ¿de dónde has sacado a esta persona?
—¿Eh? ¿Qué estás diciendo? —Rómulo frunció el ceño, visiblemente molesto.
—¿Qué, vas a seguir fingiendo? —la expresión de Ricardo se volvió más fría.
—¡Insolente! ¿Así es como le hablas a tu maestro? ¡Qué falta de respeto! —Rómulo regañó furiosamente.
—¡Hmph! Veamos si eres humano o espíritu —Ricardo resopló fríamente y de repente atacó, intentando agarrar la cara de Rómulo.
Este último frunció el ceño y retrocedió repetidamente, pero no pudo esquivar.
Justo cuando estaba a punto de ser atrapado, la figura de Pedro parpadeó, bloqueando el camino y dijo:
—Ricardo, por favor, ten piedad, hablemos.
—¡Traidor! ¿Te atreves a atacar a tu maestro? ¡Esto es una rebelión! —Rómulo estaba furioso.
—Ya basta, deja de fingir, Ricardo ya lo ha visto todo —Pedro miró