El que intervino para salvar a la persona fue Rodolfo.
Cuando Pedro levantó la voz, Rodolfo rápidamente se movió al frente.
Agarró el látigo de hierro y lo rompió directamente.
—¡Insolente!
—¡Atrevido!
Al ver a los dos obstruyendo el castigo, los discípulos del Palacio de Jade los miraron con ira.
Algunos incluso desenfundaron sus espadas, listos para atacar.
Pedro ignoró a los demás, se acercó y vio a Julieta, cubierta de heridas y al borde de la muerte, con el rostro sombrío.
Tomar crédito por la acción era una cosa, eso podría fingir que nunca sucedió.
Pero ahora, las cosas se habían complicado, con falsas acusaciones y torturas severas.
¡Era un abuso intolerable!
—Todos somos hermanos del mismo templo, ¿es apropiado golpear tan fuerte?
Pedro miró alrededor con ojos penetrantes.
—Nosotros, el Palacio de Jade, castigamos a los traidores, cualquier persona no relacionada, ¡debe irse de inmediato! —Rebeca advirtió.
—Este es mi territorio, si hay un problema, por supuesto que me concier