Consuelo era una verdadera estrella en ascenso del país, una figura que en el futuro tendría un poder inmenso en la corte. Mario, por otro lado, era solo un guerrero; ¿cómo se atrevería a ofender a alguien así? Aunque pudiera ganar, no se atrevería a pelear.
—¿Por qué no dices nada? Hace un momento parecías muy valiente. Si tienes agallas, pelea conmigo y muestra cuánta fuerza tienes— Consuelo continuó su provocación con un rostro frío.
Por un momento, todas las miradas se centraron en Mario. La situación era incómoda para él: si se rendía, su reputación se vería afectada, pero si ganaba, se metería en un gran problema. Incluso podría llamar la atención de los altos mandos de la Organización Abisal y terminar en su lista negra.
—Consuelo, tuve una buena relación con tu padre en el pasado. ¿No crees que venir a mi casa a causar problemas es inapropiado? —Baltasar dijo con seriedad.
—¿Qué tiene que ver la relación con mi padre conmigo? —Consuelo respondió sin rodeos.
—¡No puedes hab