Punto de vista de Serena
Hacía unos días que habíamos llevado a Colín a casa, y cada mañana sentía que despertábamos ante un milagro. Bill y yo habíamos dejado todo pendiente, tomándonos un descanso para estar con él, disfrutando cada pequeño momento que nos habíamos perdido. Había algo mágico en esos días, tranquilos y cotidianos, pero a la vez extraordinarios.
Colín se estaba acostumbrando, adaptándose poco a poco a su nuevo entorno. Sus manitas agarraban todo lo que alcanzaban, y su risa llenaba la habitación cada vez que descubría algo nuevo. Esta mañana, estaba fascinado con los juguetes que habíamos dejado en la alfombra de la sala, sus ojos brillaban de asombro mientras examinaba cada uno.
Bill y yo nos sentamos en el piso con él, uno al lado del otro, como si fuéramos una verdadera familia, como si esta siempre hubiera sido nuestra vida. Era raro lo fácil que nos habíamos adaptado, pero también se sentía como volver a casa.
Bill le alcanzó un pequeño elefante de peluche, y Col