Punto de vista de Bill
El contrato que tenía frente a mí bien podría haber estado escrito en otro idioma que no conocía.
Estaba en mi estudio, supuestamente revisando los últimos acuerdos para Cumbre IA, pero mi mente no dejaba de divagar. Los números se mezclaban ante mis ojos y me froté las sienes, tratando de concentrarme. Entonces sonó mi celular. Era Serena.
—¿Bill? —Su voz tembló, casi sin aliento, como si estuviera al borde del colapso—. Necesito... que me recojas. No hay taxis y nadie acepta mi viaje en Uber.
Me enderecé de inmediato.
—¿Dónde estás?
—En Sunset Boulevard, cerca de ese viejo bar de jazz, ¿sabes cuál? No puedo quedarme acá, Bill. No... no quiero ir a casa.
—Voy en camino —respondí sin dudarlo, agarrando mis llaves y saliendo disparado.
***
Cuando llegué al lugar que mencionó, la vi de inmediato. Estaba sentada en la acera, abrazándose las rodillas, luciendo pequeña y perdida bajo la tenue luz de los faroles. La imagen me erizó la piel. Ni siquiera estacioné bien;