Punto de vista de Serena
Apenas había cerrado la puerta tras de mí cuando recordé que debía llamar a Mateo. Mis dedos se sentían pesados mientras marcaba su número, el tono de llamada en mi oído sonaba más fuerte que de costumbre. Intenté concentrarme, pero todo seguía borroso.
Contestó al segundo timbre. —¿Hola, Serena? ¿Estás bien?
Dudé. —Sí, acabo de llegar a casa.
Hubo una pausa, como si estuviera esperando que dijera algo más, pero no sabía qué decir. En realidad, no estaba segura de poder decir nada.
—¿Segura? —Preguntó, con voz más suave ahora—. Sonabas... diferente antes.
—Estoy bien —pasé la mano por mi cabello, caminando de un lado a otro—. Solo... —me detuve. ¿Cómo podía explicar esto?
—Mira, si quieres hablar o algo, estoy aquí —dijo, sonando un poco inseguro, pero intentándolo—. No fue gran cosa ofrecerte llevarte a casa, ¿sabes?
—Lo sé —mi voz sonaba más baja ahora—. Solo necesitaba llegar a casa, sola.
Otra pausa que se alargó, casi podía escucharlo pensando al otro lado