Punto de vista de Serena
En cuanto la Señora Amélie terminó de hablar, me puse de pie y me dirigí directamente a mi banco de trabajo.
Mi mente ya corría a toda velocidad con ideas, y sentía que esa sensación familiar volvía a recorrerme.
La imagen de un fénix me golpeó como un rayo, resurgiendo de las cenizas, audaz y desafiante. Así era exactamente como me sentía después de todo lo que había pasado.
Pero no iba a hacer solo una pieza… Iba a crear un conjunto, audaz, feroz y sin miramientos, como el fénix.
Tomé mi cuaderno y empecé a dibujar rápidamente.
—Un fénix —murmuré, con el lápiz moviéndose casi por su cuenta—, con las alas extendidas, y llamas en plena floración, un collar, unos pendientes y una pulsera.
Colina le echó un vistazo con curiosidad.
—¿Te vas a lucir?
—¿Por qué no? —le respondí con una sonrisa— Si voy a hacerlo, lo voy a hacer a lo grande.
Terminé el boceto y lo dejé a un lado. Mis dedos alcanzaron las láminas de metal, y tomé la sierra. El sonido de la hoja cortan