— ¡Vamos, Audrey! Debes saber quién te lo envió — Una de las enfermeras comentó dándole vueltas con cuidado a la caja llena de chocolate y tratando de hallar algún vestigio del admirador secreto de la rubia.
— Si no dices nada, comenzaremos a dar nombres hasta que reacciones a alguno — Amenazó otra entre risas.
— ¿Y qué les hace creer que trabaja en este hospital? Puede venir de alguien de fuera — Alice soltó de pronto cuando vio la incomodidad de Audrey y su negativa a soltar la lengua.
Cuando los demás comenzaron a regresar a sus labores, la rubia murmuró un agradecimiento por lo bajo a su compañera y nueva amiga:
— ¡Gracias!
— No hay de qué — Guiñándole un ojo antes de volver al trabajo.
Audrey esperó a que ya todos estuvieran ocupados y se acercó a Ben encontrándolo con las narices metidas en una pila de historias médicas por clasificar.
— Hola otra vez — Ella dijo con cautela.
— Hola — Él respondió sin mucho ánimo.
— Quería darte las gracias… por el chocolate.
Ben levantó la mira