Connor había entrado en su propiedad y tras percatarse del auto de su cuñada dejó el deportivo bajo techo y entró en la casa buscando a la ama de llaves, o a quien fuera, para preguntar lo que estaba pasando, sobre todo después de haber visto las maletas en el corredor.
— ¿Rosa? ¿Estás aquí? — Preguntó llamando a la empleada con insistencia.
La mujer se apresuró a contestar.
— Señor Evans, aquí estoy. Dígame, ¿Qué necesita? — La mujer latina entrada en años era la empleada de mayor confianza en la casa, trabajaba allí desde que Connor tenía memoria.
— ¿Y esas maletas?
— ¿No le dijo la señorita Bethany que se mudaría a la casa?
Connor se llevó la mano a la frente.
— Beth, sí, me lo dijo, pero ya sabes cómo soy, me meto en mi mundo y olvido lo demás. ¿Ella ya se instaló?
— Sí señor, pero no he tenido ocasión de terminar de subir el equipaje a su habitación. Ya tiene las cosas más indispensables, terminaré de llevar esto en un rato.
— Está pesado, parece que se trajo toda la casa, yo te