Mundo ficciónIniciar sesiónAdrien asintió, no sabía qué pensaba él. Pero mi propia mente atormentada, era suficiente ya. Cada bocado que le daba a mi ají de gallina, sabía a otra cosa. A cielo, a mar, a vértigo. El viento soplaba con calma y nos traía el eco de las olas, junto al graznido de las gaviotas, armonizando el bello paisaje que nos rodeaba.
Por en un instante, ahí, entre el sol y la arena, entre lo que fui y lo que ya no volvería a ser, me sentí… viva.
Adrien me llevó hasta la luna y luego me depositó con suavidad sobre una cama de rosas… Lo meditaba demasiado y debía empezar a controlarme a mí misma. Estaba segura de que debía parecer una loquita ante él, con una mueca distinta cada segundo y con la mente ida en pensamientos, sensaciones, experiencias… que me abstraían.
Suspir&ea







