Capítulo cuarenta y siete: Invasión
— ¡Jodeeeer! —chillo como si hubiese visto un fantasma. Hay alguien en la casa.
La puerta del departamento se abre dejando ver a una Megan Davis empapada de pies a cabeza. Con una rapidez impresionante, Clinton me extiende una sábana mientras yo busco desesperada su bóxer. Intercambiamos prendas y nos apresuramos en cubrirnos. En otras circunstancias, la escena me hubiese resultado graciosa.
Mi mejor amiga ni siquiera se percata de nuestra presencia; se encuentra empecinada en cerrarle el paso a alguien.
— ¡Megaaan! —identifico la voz de Brad.
— ¡Vete! —mi amiga está llorando sin control, lo cual enciende las alarmas en mí organismo.
— ¡No seas estúpida! —le reclama su novio mientras mi chico y yo seguimos buscando ropa para vestirnos.
— ¡No soy estúpida! —replica ella.
— ¡Pues deja de actuar como