CAPITULO 44.2
JOAQUÍN

La llevo a mi cuarto. Me quito la ropa en frente de ella y quedo solo en bóxer. Saco una sudadera y un suéter y para ella una franela y unos pantalones de cuadros. A mí me quedan ajustados y hace mucho que no los uso, pero seguro que a Mía le quedan perfectos.

Me mira de pies a cabeza y se muerde el labio. Se sienta en la cama y se quita los zapatos. Me siento a su lado y le pido su mano para ayudarla a ponerse de pie, después le quito los shorts, la chaqueta y la camiseta. Contemplo de nuevo su cuerpo, que me tiene delirando, y por último le bajo la tanga.

Hicimos el amor esa misma mañana en la tina del hotel y no quiero que piense que soy un pervertido o algo así, de modo que me controlo lo más que puedo. Le entrego la ropa y ella se cambia al frente de mí. Se ve preciosa así, sin una gota de maquillaje, con el pelo recogido y mi ropa de casa puesta. Mamacita.

—Te queda perfecto. Te ves preciosa, como siempre.

—Tú también te ves perfecto, así. —Me repasa entero con la mirada;
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