9 ¿¡QUIEN DA MÁS!?

“¿! QUIÉN DA MÁS!?

Vestida como un payaso, bajo su propia percepción, Serem fue obligada a dejar aquel camerino en que la señora a cargo le había propinado uno que otro golpe en las costillas para lograr desnudarla, bañarla y vestirla con un atuendo con el que Serem nunca había soñado. No iba vestida como una puta, o como una vulgar prostituta.

Llevaba un vestido plateado que era como salido de un cuento de princesa, y esa ironía del destino la hizo entristecerse aun más. Llevaba unas zapatillas que parecían de cristal. Jamás en su vida tendría algo así, y ahora que había llegado el peor momento de su vida la vestían como una diosa solo para subastarla como esclava para un excéntrico adinerado que la someterá de todos los modos posibles.

La sacaron y con cuidado de ni arruinar su peinado le acomodaron una bolsa de tela negra en la cabeza. La montaron en un coche, y la llevaron al lugar en donde se llevaría a cabo la subasta.

El trayecto fue demasiado largo. Al punto de que a Serem se le entumieron los brazos esposados. Cuando el auto se detuvo el corazón se le disparo, el estomago amenazo con devolver las bilis y todo el cuero comenzó a temblarle con vehemencia.

La bajaron y ella sencillamente se negó a caminar. Uno de los hombres sacó un taser y le aplico un electrochoque que la hizo chillar.

—¡Camina bonita! ¡No tenemos toda la puta noche! — tronó y la empujó obligándola a avanzar en medio de aquel helado y lejano paraje.

Serem se llenó de un valor que no sabia que tenia y entró en el galpón en donde supuestamente se llevaba a cabo aquella subasta terrible.

Ella sin dudas seria una de las mayores atracciones de aquella subasta, ella y su virginidad.

Entraron y en aquel lugar terrible habían más de cuarenta hombres, de todas las nacionalidades, razas, credos y edades. A Serem le resultaba tan increíble que existieran personas tan enfermas y retorcidas que arrancaran a jovencitas de su hogar para hacerlas vivir por un verdadero calvario en la tierra.

La obligaron a entrar en una jaula enorme como la de una bestia de circo, y dejaron caer sobre ella una capa de color purpura brillante, el mismo color que decoraba aquel club nocturno de donde la habían sacado a ciegas hacía cuestión de unos treinta minutos.

Escuchaba voces venir de todas partes bajo aquella capa que hacía que todo a alrededor estuviese demasiado oscuro.

Se encendieron unas Luces LED que hicieron que todo se iluminara de pronto y escuchó la voz de una mujer quien hablaba por un micrófono, haciendo que todo el sitio retumbara por el potente equipo de sonido, que además destacaba una música de fondo.

—“!Señores y Señoras… bienvenidos a la mejor y más exclusiva subasta de esclavas de toda Turquía!. ¡Esta noche tenemos grandes sorpresas! Las chicas más hermosas, las mas sensuales, las más castas… y las más osadas… ¡Solo para ustedes!

La capa de jaula cayó dejando a Serem cegada por la luz momentáneamente, a su lado había otras seis jaulas con chicas, solo que las capas que habían caído alrededor de estas eran de diferentes brillantes colores.

La Muchacha pasó saliva y miro a su alrededor como un felino enjaulado, así la querían ver, y realmente así se sentía.

Era horrible aquel sentimiento de impotencia, que le cortaba el paso del aire y le cerraba la garganta. Su pecho subía y bajaba a prisa, su pulso disparado e hiperventilando sentía que caería al piso desmayada en cualquier momento. Las piernas habían comenzado a fallarle con anticipación de lo que ocurriría en los próximos minutos.

La mujer volvió a hablar mientras que los hombres de aquella sala repasaban con ojos curiosos a las chicas prisioneras en esas jaulas como si fueran pedazos de carne.

—“¡Caballeros! ¡La primera belleza exótica nos llega desde México, es una latina de fuego! ¡Empecemos la puja por María desde Aguascalientes! ¡comenzamos por veinticinco mil euros!”

—¡Veintiséis mil! —gritaron desde una esquina, y Serem no podía creer aquello. ¡Estaba pasando! ¡Era real…Absolutamente real! La venderían como un pedazo de carne… ella seria vendida contra su voluntad sin que pudiera hacer nada para evitarlo...

—¡Treinta mil! —pujó otro hombre y la mujer siguió animando aquel evento como si aquello se tratara de un puto circo

—¡Teinta mil a la una! ¡Treinta mil a las dos! ¡Vendida por Treinta mil al caballero de la esquina!

La música la ensordeció por unos instantes, hasta que él espectáculo siguió. Desde su posición no veía que estaba ocurriendo, pero supuso que el ganador estaba pagando para asegurar su compra.

—¡La segunda belleza llega directamente desde Angola! ¡Una morena de fuego, Su piel brilla como las brasas de carbón! ¡Tiene una dentadura hermosa y está perfectamente limpia de enfermedades exóticas del África brutal! ¡La puja comienza en Veinticinco mil euros!

Otra vez se repitió aquel desagradable instante en que aquellos despreciables hombres tiraron su dinero a manos llenas por salirse con la suya y comprar a una mujer como si fuera un perro o un cerdo.

—¡Esta linda jovencita, hija de un jefe de la Yakusa es de lo mejor que verán esta noche! —otra vez comenzaba el proceso—¡Es hermosa y poseerla les dará estatus y poder… y si tienen algo que cobrarles a las bandas japonesas esta es su oportunidad caballeros! ¡Si alguno le falta el meñique… ya saben con quién desquitarse! ¡La subasta comienza en Cuarenta y cinco mil!

—¡Sesenta mil! —gritó rápidamente un asiático regordete.

—¡Setenta mil! —agrego un rubio alto que estaba demasiado cerca de la jaula de Serem.

—Setenta y un mil—pujo furioso el primer hombre hasta que después de varios intentos consiguió a la chica por noventa mil euros.

Otra vez la música, otra vez propusieron otra chica, aquel era un espiral del terror, Era como estar teniendo un Deja vu en que se repetía una y otra vez.

Por fin llego su turno, y la vista se e nublo producto de las lagrimas

—¡La última belleza de esta noche señores! ¡Lo mejor para el final! ¡La señorita Serem Keskin, una virgen inmaculada! ¿! ¿¡Quien se dará el gusto de llevarse a esta joya a su casa para estrenarla!? ¡Una absoluta belleza turca de ojos violetas y cuerpo de infarto! ¡Virgen señores! ¡Virgen! ¡La puja comienza en sesenta mil euros! ¿! Quién da más!?¿! Quién da más señores... !?¿! Quién da más!?

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