CAPÍTULO 28
Había pasado un mes exacto de que iniciara todo y María Aragall debía dejar atrás la comodidad de una vida que no era suya y comenzar con sus propios recursos.

Marcos había dicho que estaba bien que ella ocupara por un tiempo más el lugar, pero ella no podía seguir abusando de los sentimientos de ese hombre al que no se decidía a corresponder; así que María necesitaba sacudirse el confort y poner los pies en la tierra, por eso volvió a un sitio que poco a poco desocupaba, mientras mudaba todo lo que había llevado con ella a su nuevo departamento, uno tan diferente al de Marcos que le sabía un tanto mal.

De nuevo la llamada de Marcos le sacó de sus pensamientos, y ella respondió tan emocionada como siempre que el nombre de ese hombre aparecía en la pantalla de su teléfono. Eso era algo que le encantaba: que él llamara, a pesar de que ella hubiera confesado haberse acostumbrado a alimentar a sus peces.

—¿Qué tal fue todo? —hizo el hombre la pregunta que siempre iniciaba charlas demasi
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