CAPÍTULO 54

—Mamá —habló la joven para la mujer que le llamaba—, ¿crees que soy una persona orgullosa?

—Por supuesto que lo eres, cariño —respondió la mujer—. Siempre lo has sido, desde bebé. Orgullosa y mula. Las cosas tenían que ser cuando las pedías y como las pedías o ya no las aceptabas. Pero, ¿por qué preguntas eso ahora?

—Marcos dijo que yo no lo quería perdonar porque eso heriría mi orgullo —explicó la joven—. Sentí que decía que eso era lo único que estoy protegiendo, cuando lo que intento proteger es mi corazón.

—Ay, mi nena —dijo la madre de María en un tono que a la chica le molestaba, aunque siempre terminara sonriendo tras hacer mala cara—. El corazón se protege comiendo sano y haciendo ejercicio, para evitar los triglicéridos y el colesterol alto; de ahí en más no puedes hacer nada por él. Pero, ¿por qué sigues mencionando a Marcos? Pensé que él era un asunto olvidado.

—No lo es —declaró María—, él no me deja darle carpetazo a su asunto.

—Achis —hizo la mayor esa muletilla que a Ma
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