C63- ¿PODEMOS LLAMARLA?
La luz del amanecer entraba por los ventanales cuando Rachel abrió los ojos despacio, aún con el cuerpo pesado y la respiración irregular.
Tardó unos segundos en ubicarse y su mano buscó instintivamente el otro lado de la cama, lo encontró frío y vacío y el corazón se le encogió.
Se incorporó de golpe, aferrándose a las sábanas, mientras la cabeza le daba vueltas. Los recuerdos de la noche anterior la golpearon sin piedad: las miradas, el roce, el descontrol. Lo había sentido, cada segundo de él y ahora, el miedo la inundaba.
«Se fue. Se arrepintió.»
Sus ojos se nublaron un poco, pero entonces, la puerta se abrió y Aaron apareció con una bandeja en una mano y un ramo desordenado de rosas en la otra.
Estaba de jeans, suéter negro y el cabello aún húmedo.
No era el ejecutivo arrogante de siempre, sino un hombre que parecía recién salido de un sueño.
—Buenos días, hermosa —dijo con voz suave y un poco de diversión—. ¿Pensaste que me había escapado?
Rache